15 febrero 2013

Testimonio: P. Juan Carlos Plaza Pérez

D. Braulio Arzobispo  y P. Juan Carlos Plaza Pérez
Párroco de Cigales,  pueblo natal de M. Maria Evangelista 

Querida M. Abadesa y comunidad:
Me complace dirigirle esta carta en la que de alguna manera deseo dar testimonio de lo que me ha suscitado adentrarme en la biografía de la Madre María Evangelista.

Hasta hace poco tiempo no tenía ningún dato acerca de esta monja cisterciense del siglo XVI, hija de la villa de Cigales. Para mi es un orgullo contar con personas como M. María Evangelista o Fray Antonio Alcalde, a la sazón obispo de la orden de predicadores en México durante el siglo XVIII; los dos oriundos de Cigales de la cual tengo la dicha de ser el párroco.

A la luz de lo que he leído puedo destacar algunos valores que esta mujer tuvo desde que era una niña. Y aunque sean fruto del pasado, son imperecederos y también continúan incorruptos -como su mismo cuerpo-, siendo válidos para una sociedad que precisa testigos vivos de Jesús, el Resucitado. María Evangelista está predestinada desde el seno materno y es, por ello, que desde los primeros pasos de su niñez ella es cercana y sensible por todo lo religioso. Esta actitud cristiana la ha aprendido desde el despertar religioso en el seno de una familia cristiana.

M. Evangelista posee muchas cualidades y todas ellas pueden ser reflejo de la presencia de Cristo en cada cosa. Me gustaría destacar, especialmente, la humildad en muchos momentos de prueba y de contradicción, la atención a todas las personas con las que se encontraba en su entorno y por las que se desvivía, así como la sencillez con la que vivía en la cotidianeidad, etc.,…

No cabe duda de que la Madre está en continua comunión con Cristo y la intimidad que mantiene con el Señor le lleva a tener una experiencia espiritual muy rica y profunda. La fuerza de Dios es la que le mantiene en pie frente a las adversidades que le iban llegando, las cuales las asocia a la pasión de Cristo, por la que ella también siente una verdadera pasión.
Doy gracias a Dios que quiso llamar a esta mujer para ser su esposa, ya que en la profesión de los consejos evangélicos se asoció a Cristo y a su Iglesia perpetuamente. Su vida de fidelidad al Señor es testimonio para nosotros pues ella

llegó a vivir plenamente lo que se espera de cada cristiano llamado desde el Bautismo a la santidad. También le doy gracias por las personas sencillas, como María Evangelista, que viven desde lo hondo una experiencia viva de la fe y nos manifiestan que el Amor tiene sentido solo a través del seguimiento de Cristo pobre y humilde.

Próximos a la apertura del Año de la Fe y al Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización de la transmisión de la fe cristiana nos encomendamos a Madre María Evangelista para pedir al Señor por la Iglesia universal, para que de entre nosotros surjan vocaciones, como la de esta monja cisterciense, que vivan la vida cristiana con fe profunda y evangelicen sin reparo y sin miedo.
En unión de ánimos,
P. Juan Carlos Plaza Pérez
Párroco de Cigales


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