11 febrero 2022

Diario de oración: Libro de la V M. María Evangelista -siglo XVII-

 

        Seguimos recordando que para expresar nuestras experiencias y sentimientos más íntimos y en este caso más sublimes nos vemos obligados a utilizar diferentes géneros y recursos literarios. Si sabemos interpretar a a través de estos recursos nos resultará fácil y entender lo que nos quiere decir María Evangelista y nos sentiremos hasta comprendidos por ella.
Dios se sirve de todo para hacernos entender lo que quiere decirnos, como se valió del sueño de María Evangelista  en la oración, para decirle lo que era la tibieza y pereza espiritual en el hombre. Dios se queja del olvido del hombre y de su alejamiento de él que es la verdad.

 Sábado, 31 de julio 1627

En la oración de la mañana me cargó algo de sueño, y el Señor dijo: María, despierta. Y con esto quitó de mí toda la gana de dormir. Y prosiguió diciendo: Los tibios, María, siempre están dormidos, nunca acaban de despertar y echar de ver lo que les importa aprovechar y trabajar en mi doctrina. Todo es olvido de mí y de ella, andan lejos de la verdad, no despiertan a mis inspiraciones.

    Los sufrimientos, incluso los culpables, cuando buscamos de verdad dar gloria a Dios con nuestra vida, nos purifican y preparan para recibir eficazmente la gracia que Dios quiere derramar en nosotros. Continuemos leyendo y lo veremos.

         “En la comunión de la Misa el Señor hizo lo que siempre y derramó su sangre aumentando su gracia en mi alma. Y acabando de comulgar se me borró de la memoria la comunión. Yo me afligí mucho y me ocurrieron los pensamientos ordinarios de falta de satisfacción de lo que por mí pasaba. Me mostró el Señor entonces en mi corazón en figura de niño y esto me causó más novedad. Y volviéndome a Él le dije: Señor, ¿qué es esto? ¿Qué novedades son estas? Su Majestad respondió: ¿Qué quieres? Que en el mundo estoy niño, nunca acaban de buscarme en edad perfecta. Todas son niñerías las obras que hacen, aun los que profesan estado de perfección, porque cuando piensan que me tienen es buscando sus comodidades e intereses, y en faltándoles éstos no hacen nada. Y añadió: Permití la distracción y pena que has tomado porque los pecados no se perdonan sin alguna satisfacción, que es siempre penal, y por esto todas las obras que Yo hice en el mundo fueron penales, porque con ellas satisfacía al Padre por vuestras culpas. Y a esta pena que tuviste he aplicado Yo el valor de las mías y le he dado que tenga el efecto que verás. Con esto enseñaba el Señor que aplicaba el fruto de su sangre, derramada en mi alma, y en a las almas del Purgatorio, y salían de él como una legión de almas llenas de gozo y alegría, caminando al Cielo y cantando alabanzas a la sangre del Señor, por cuyo valor eran libres. Y con ellas iban sus ángeles, que las acompañaban, gozosísimos del fruto de la Cruz que llevaban a presentar al Señor en su gloria”.

        En este último párrafo de María Evangelista expresa que era humana y le dolían las incomprensiones de las hermanas. Lo que viene a responderle el Señor es que si tanto le cuesta aceptar el sufrimiento él se lo aliviará pero que ese sufrimiento es el pan de la salvación o santificación que necesitan muchas otras almas. Tenemos cada uno de nosotros que ser conscientes de que estamos asociados a la Obra redentora de  Jesucristo y eso conlleva una responsabilidad. Si insistimos en quejarnos de la cruz, Él respeta nuestra libertad y la alivia, pero alguien no avanzará en el camino porque no tiene suficiente alimento para mantenerse fuerte hasta el fin.

         “En la oración de la tarde yo estaba algo quebrantada con lo que en casa había de dichos y ocasiones contra mí y contra cosas mías, y pedía al Señor las sosegase. El Señor me decía: María, ¿no has oído decir que un hombre tenía convidados y que fue a casa de su vecino a pedir panes que darles, y que aunque no se los quería dar, finalmente, por su mucha importunación, se los dio? Yo tengo a quien dar el pan del fruto que saco de estas ocasiones que, con el valor que les doy de mis obras y pasión, hago bien y sustento a muchas personas de mi familia[1]. Pero si tú eres importuna, vendré a concederte lo que pides y dejaré sin pan a los que se habían de sustentar con él. Con esto daba el Señor conformidad con su voluntad, y deseos de padecer por Él todo lo que Su Majestad quisiere, y desengaño de no pedirle más que el cumplimiento de su santísima voluntad”.

        No desmayaremos nunca si aceptamos la voluntad de Dios en todo y tenemos, al menos deseamos tener el deseo de padecer por él y en él por la salvación de los hombres.

                                                                                                               S. María J.P.



[1] Su familia son los hombres por quienes derramó su preciosa sangre.

08 febrero 2022

Diario de oración: Libro de la V.M. María Evangelista -Siglo XVII-

 

Domingo, 8 de agosto 1634

             En la oración de la mañana el Señor me tenía oprimida con muchas cosas que me quebrantaban, y decía: María, ¿de qué te afliges? Ya sabes que la tribulación es la fragua donde los frutos se acrisolan y que sin ella no se purificará el oro de sus merecimientos. No hay otro camino para llegar a mí, ni yo enseñé otro. Este camino han de andar todos los que siguieren la justicia y santidad.

Y habló el Señor principalmente de las ocasiones que había de pasar. Este día, estando oyendo la Misa matutina, dio el Señor mucho dolor en los lugares de las cinco llagas, aunque había algunos días que los traía doloridos, pero entonces fue más fuerte que otras veces; y sentía y siento como una cosa dura que me atraviesa los pies y manos y costado. Y tenía moción interior que daba conocimiento de que eran las llagas las que dolían. Y reparando que sentía mayor dolor en el pie y mano derechos, pregunté al Señor cual es la causa de ello, y el Señor me respondió: María, no sin causa lo he dispuesto así, porque cuando Yo estuve en la cruz tuve también mayor dolor en las llagas del lado derecho, porque allí cargó más el peso del cuerpo; y aun esto no fue sin misterio, porque en aquel lado tenía a los escogidos, por quienes con más particular intento padecía. Pues a ellos solos les apliqué la eficacia del fruto de mi cruz y pasión.

En la comunión el Señor se descubría a mi alma como que en ella estaba interiormente actuando, de modo que, admirada, me volví a Su Majestad y le pregunté qué significaba aquello. Él respondió: María, estoy reedificando mi templo, y voy fijando y clavando las tablas de esta arca cerrada con los clavos de mi doctrina y obras, para que, cuanto más ande en las aguas, no se hunda. Y porque yo lo quiero así será como el arca de Noé, que aunque crecieron las aguas del diluvio tantos codos en alto sobre la tierra, pero ella siempre anduvo sobre las aguas, segura.

Y como me hacía andar sobre las aguas, decía el Señor: Anda, que segura vas, que llevas dentro de ti bastimento[1] para sustentarte, que soy Yo, que voy contigo y no te faltaré. Yo me afligía mucho viendo que yo no obraba como el Señor quería, y temía no me hundiese por las muchas faltas que en mí conocía, y así se lo decía al Señor. Él me dijo que no me espantase, que también en el arca hubo algún cuervo, pero que, no obstante esto, Él la guiaría con seguridad en las aguas que había de pasar, y durar hasta llegar al puerto de la eternidad, cuando todas las aguas cesasen y se amansasen. Y entonces el Señor mostró una grandeza inmensa de sí mismo, que había de ser el puerto seguro que mi alma había de tomar al fin de la vida.

 



[1] Provisión.

07 febrero 2022

Diario de oración de María Evangelista - Libro de su vida (Siglo XVII)

 

María Evangelista escribía sin fechas y sin títulos, porque solo escribía para dar cuenta a su confesor de lo que experimentaba espiritualmente, por eso la fecha la ponía después su confesor en el margen, y los títulos que hay los pusieron después los que hicieron las copias de sus escritos. 

Lo que vamos a seguir publicando en el Blog - M. MARÍA EVANGELISTA-, son textos selectos para la ocasión, de las los distintos libros que tiene escritos. Todos se pueden considerar como “un diario de oración” variado en temas, porque la oración surge de una relación de amor con Dios y una autentica “relación de amor” puede parecer siempre igual, pero es siempre diferente. Hay un tema muy especial que unifica todos los demás. Es el tema de  la Cruz Redentora de Jesucristo”. Este tema está presente en toda su obra y en todos los tiempos litúrgicos que María Evangelista señala en cada texto de su diario. Leyendo a nuestra autora, uno termina enamorándose de la Cruz, no por el madero en sí mismo, sino por el Crucificado en ella.  No vamos adelantaros nada más, sólo leed y lo confirmareis.

Advertir también de que expresar sentimientos íntimos y las realidades divinas que ocurren dentro de nosotros no es fácil expresarlo en palabras y oraciones gramaticales reglamentarios, por eso se han utilizado siempre y también lo hacemos ahora,  los recursos literarios como la metáfora, la alegoría el símil, paralelismo, personificación etc. También los géneros y subgéneros literarios como género lírico, narrativo, épico, dramatical  y otros. María Evangelista utiliza principalmente el dramatical en uno de sus subgéneros: “obras escritas en forma de dialogo”. No es único en su obra, pero es el principal.

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27 y 29 de julio de 1627

En la oración de la mañana el Señor se quejaba del mundo, que lo desconocía a Él y a su doctrina, y decía: María, no hay quien me conozca y obre en mi doctrina y en la verdad que enseñé y enseño. Todos están distraídos en sus gustos e intereses, y a esto lo tienen por su dios y no reconocen otro; cosa digna de ser llorada y sentida de todos mis amigos. Y diciendo esto, el Señor prometía que había de llevar adelante la obra que había comenzado en mi alma, con el poder de su brazo poderoso.

En la oración de la tarde el Señor se mostraba a mi alma mucho más evidentemente que los días pasados, y me decía grandes excelencias de la cruz. Decía: María, amé siempre tanto a la Santa Cruz, que no sólo –como otras veces te he enseñado– la traje siempre en mi corazón y anduve siempre, desde que tomé carne humana, puesto en ella, para ofrecer al Padre eterno sacrificio continuo por los pecados de los hombres, para aplacar la justa ira que tenía del desagradecimiento y olvido de mi pasión; pero aún tuve tanta estima de la cruz y de su obra, que aun en lo exterior anduve siempre como crucificado. Y aquí sabrás por qué gusté de andar descalzo, fue por una como estima que tuve siempre de la cruz, en la cual traje siempre los pies como enclavados, y con esta consideración y obra continua quise traerlos desnudos, como previniendo lo que después habían de pasar en el madero de la cruz.

En la oración de la mañana me sentía abatida, y el Señor se mostraba a mi alma y como que ponía su mano sobre mi corazón. Hizo como que lavaba mi alma y decía que era necesario purificar el corazón de las faltas que tenía; y así mostraba que lo hacía con su gracia. Y con esto apartó del todo el quebranto y pena que tenía desde el día pasado, que era mucha, y desahogó mi corazón, y lo acercó al suyo que es su centro.

Este día, en la comunión, El Señor se comunicaba a mi alma y decía: María, ¿Cómo ha de crecer la flor y cómo se ha de abrir si no le da el calor del sol? Si el corazón no se guarda puro y limpio, con mucho cuidado, no podré yo infundir el calor necesario en él y, sin calor, no crecerá ni se abrirá. Con esto daba el Señor a entender que las segundas hojas de la flor en que ahora estaba, de la continua mortificación, eran las que más habían de durar en abrirse, y que las postreras del amor recíproco las abría Él en las comuniones. Y lo mostraba, que entonces lo hacía, y ponía en ello a mi alma de modo que yo no podía ignorar que era Su Majestad quien lo obraba en mi alma.

En la oración de la tarde no pude estar por ocupaciones, pero después me postré en el coro y me quejaba al Señor de que las hermanas eran causa  de tantos quehaceres, temerosa de que me apartasen de la comunicación con Su Majestad y que por mis faltas Su Majestad así lo ordenase. Y el Señor me decía: María, a la manera que está un río cuando le detienen su corriente y un padre que con ansias desea aumentar un hijo que mucho quiere, pero está detenido por algún impedimento y no le deja obrar como quisiera, así estoy Yo cuando las ocupaciones te impiden de llegar a mí con la quietud que es menester para recibir de lleno mi espíritu. Y me mostraba cómo era así y las ansias que Su Majestad de esto tenía; y también me las daba a mis muy grandes de entregarme toda a él y de comunicar de sus tesoros

 (Comentarios de la Hna. María José pascual)