01 diciembre 2012

CRÓNICA DE LA APERTURA

DEL PROCESO DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN DE LA M. MARÍA EVANGELISTA
 
 
            El lunes 26 de noviembre del 2012 a las 18’00 horas, tuvo lugar en la Iglesia del Monasterio Cisterciense de la Santa Cruz, la Apertura del Proceso de Beatificación y Canonización de la Fundadora de dicho Monasterio, M. María Evangelista Quintero Malfaz, natural de la Villa de Cigales, Valladolid. Presidió el acto el Excmo. Sr. Arzobispo de Toledo y Primado de España, D. Braulio Rodríguez Plaza. Vino acompañado de los miembros del Tribunal encargados de instruir el Proceso: los M.I. Sres. D. Francisco Javier Hernández Pinto, como Juez Delegado; y D. Rubén Zamora Nava, como Notario actuario, los cuales, junto con el Rev. D. José Luis Martín Fernández-Marcote, Canciller-Secretario General y el Sr. Arzobispo, se sentaron en una mesa en el centro del Presbiterio de la Iglesia. Estuvieron también presentes los miembros de la Comisión de Peritos en Historia: el Rev. D. Juan Pedro Sánchez Gamero; Rev. D. Pedro Pablo Hernández Laín; y el Rev. D. Juan Antonio López Pereira, los cuales ocuparon su lugar a la derecha de la mesa del Tribunal. El P. General de la Orden Cisterciense, Dom Mauro Giuseppe Lepori que nos acompañó en tan importante y gozoso evento; el Postulador General de la Orden, el P. Pierdomenico Volpi, monje Cisterciense del Monasterio de Casamari; la Vicepostuladora, Sor Mª José Pascual, del mismo Monasterio de Casarrubios y la Abadesa y también “actriz” de la Causa se colocaron a la izquierda de la mesa del Tribunal. En los sitiales del Coro se situaron las monjas del Monasterio y en los bancos de la Iglesia el resto de invitados: sacerdotes –tanto de la misma diócesis de Toledo como de fuera de ella- las autoridades y vecinos del pueblo -que quisieron estar a nuestro lado en tan señalado día- y medios de comunicación.

            Se comienza el acto pidiendo la asistencia del Espíritu Santo cantando el Himno “Veni Creator Spiritus”, después del cual, se da lugar a la lectura de la semblanza de la M. Mª Evangelista por la Vicepostuladora de la Causa. Tras ello, el Postulador, dirigiéndose al Sr. Arzobispo le pide “se digne a dar inicio al Proceso Diocesano de Beatificación y Canonización de M. Mª Evangelista Quintero Malfaz”. Ante esto, el Juez Delegado de la Causa le pregunta al Postulador si tiene el nombramiento otorgado por la M. Abadesa del Monasterio. El Postulador afirma y hace entrega de los documentos al Sr. Arzobispo, el cual los examina y entrega al Juez Delegado para que los examine. El Juez Delegado da fe de la acreditación al examinar dichos documentos y el Sr. Arzobispo entonces, reconoce como legítimos los poderes que “acreditan al Rvdo. P. Pierdomenico Volpi O. Cist. Como Postulador de la Causa”, tras lo cual ruega al Sr. Canciller Secretario que dé lectura al Decreto por el cual mandó iniciar la Causa y nombró a los miembros del Tribunal.

            Una vez finalizada la lectura, el Sr. Arzobispo dirigiéndose a los miembros del Tribunal, les consulta si aceptan el cargo para el que han sido designados. Ellos, aceptan. Al aceptar, el Arzobispo les conmina a realizar el juramento de “cumplir cada uno fielmente su cometido”. Empezando por el Sr. Arzobispo y siguiendo los miembros del Tribunal uno por uno, prestan juramento sobre las Santas Escrituras colocadas en la mesa presidencial. Este juramento es firmado en las actas.

            Después, se sigue el mismo procedimiento con los miembros  de la Comisión de Peritos en Historia y Archivística: El Sr. Arzobispo ordena al Canciller que lea el Decreto en el cual fueron nombrados tales peritos, cosa que el Canciller ejecuta, a continuación el Arzobispo les pregunta si están dispuestos a desempeñar con fidelidad  y guardando el debido secreto, tal cargo, cosa que ellos afirman y así, el Sr. Arzobispo les exhorta a realizar el juramento que cada uno de ellos hacen sobre un ejemplar de las Santas Escrituras. Finalizado el juramento de los peritos, el Postulador de la Causa, P. Pierdomenico Volpi es invitado por el Sr. Arzobispo a realizar él también, el juramento “de cumplir fielmente su oficio y evitar cualquier cosa que pueda atentar directa o indirectamente contra la verdad o la justicia”. Y sobre las Sagradas Escrituras, el P. Postulador realiza tal juramento. Tras lo cual y por mandato del Arzobispo, presenta la Lista de Testigos que le entrega aunque comunicándole que se reserva el derecho de presentar otros testigos o de renunciar a algunos de los incluidos en la lista. El Sr. Arzobispo, una vez recibida la Lista se la pasa al Juez Delegado y éste, acepta la lista admitiendo el derecho que el Postulador  se ha arrogado. Sigue el Juez Delegado comunicando dónde queda fijada la sede del Tribunal para interrogar a los testigos, diciendo también los días en que serán los interrogatorios y la hora para ellos, así como exponiendo que la primera sesión será el día 5 de diciembre del presente año y que el primer testigo llamado a declarar será el Rvdo. D. Miguel Ángel Díez-Madroñero Moreno, Capellán del Monasterio de Casarrubios y Párroco del pueblo.

            Con esto, el Sr. Arzobispo comunica que ha concluido la Sesión de Apertura y ruega al Canciller que levante Acta de todo lo realizado y que junto con los documentos y nombramientos, así como junto a las diligencias previas, lo entregue todo al Sr. Notario Actuario. Hecho esto, declara abierto el Proceso diocesano de Beatificación y Canonización de M. María Evangelista Quintero Malfaz.

            El Canciller-Secretario para el Acta a cada  uno de los miembros del Tribunal, quienes firman y sellan. Seguidamente entrega todo al Notario Actuario, el cual declara haber recibido del Canciller-Secretario todos los documentos prescritos. Firma y sella tal declaración.

            El acto termina con las amables palabras del Sr. Arzobispo a los que han acudido a la Apertura del Proceso e impartiendo la bendición.

            Ya finalizada en la Iglesia la Sesión de Apertura, todos los fieles, con el Sr. Arzobispo a la cabeza, bajamos a la Sala Capitular del Monasterio donde está enterrada la M. María Evangelista[1]. Allí, rezamos la oración propia para implorar la intercesión de la M. Fundadora. Tras lo cual, se invita a todos los presentes a compartir un piscolabis para celebrar el comienzo del Proceso con la ilusión y la esperanza de que la M. María Evangelista -su vida, ejemplos y virtudes- sea un día un modelo seguro a seguir por todos los que buscan una luz en el camino que les ayude a seguir a Cristo con radicalidad y perseverar hasta el fin.
Hna. Marina


[1] El viernes 27 de noviembre de 1648,  a los 57 años de edad, fallece la M. Mª Evangelista. A petición del pueblo, su cuerpo estuvo dos días expuesto en el coro. Pasados cinco años, el 21 de octubre de 1653, sus hijas abrieron su sepultura que estaba en la Sala Capitular, con esperanza de que Dios hubiera preservado su cuerpo de la corrupción como ya le había manifestado el Señor en vida a la Madre Evangelista. La alegría de las monjas fue inmensa, pues, en efecto, la encontraron como recién enterrada. Su cuerpo fue expuesto a la veneración pública.
                Durante la primera mitad del siglo XX y hasta el fin de las obras de reconstrucción del Monasterio, el féretro con el cuerpo de la M. Mª Evangelista estuvo en una urna de cristal incrustada en el muro de la antigua Sala Capitular. Durante la Guerra Civil (1936-1939), las monjas tuvieron que salir del Monasterio pues fue ocupado por los milicianos, que sacaron el cuerpo de la Madre y lo destaparon dejándolo al aire, por lo que su  cuerpo sufrió el consiguiente deterioro.
                En el transcurso de las obras de reconstrucción del Monasterio (1962-1964), el féretro fue conservado en la Iglesia parroquial del pueblo. En este tiempo se encargo hacer un nuevo ataúd de madera donde se colocó el féretro original. En 1964, al finalizar las obras, trajeron en procesión el nuevo féretro de la Madre desde la Parroquia hasta el Monasterio y permaneció unos días en una sala hasta que fue depositado en una fosa de ladrillo realizada en el pavimento de la actual Sala Capitular. Se le puso una lápida de piedra encima y así permanece en la actualidad.
                A lo largo de la primera mitad del siglo XX, son varias las monjas que todavía viven, las que recuerdan haber visto el cuerpo de  la M. Mª Evangelista incorrupto.

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