23 noviembre 2012

TESTIMONIO

DE LA JOVEN TRANSCRIPTORA DE LOS ESCRITOS DE MADRE MARÍA EVANGELISTA

DIBUJO EN PLACA DE METAL DEL SIGLO XVII
 Se me pide que realice una breve declaración exponiendo mi opinión acerca de la vida espiritual y virtudes de la Madre María Evangelista, monja cisterciense. Cuanto yo diga en esta breve exposición es un pobre esbozo del eco que en mí ha dejado la lectura de los manuscritos del Monasterio de la Santa Cruz que hablan sobre la Madre, tanto de quienes las conocieron en vida, como de quienes, posteriormente, escribieron sobre ella, así como de los diarios de oración dictados por la Madre a su confesor. Mis palabras inevitablemente han de ser parcas e insuficientes ante la finura espiritual escondida en estos escritos. Bástense ellos mismos para manifestar la profundidad que atesoran.

Quede mi opinión, pues, supeditada ante estos manuscritos. Sus autores conocieron a la Madre, atendieron su alma y estimaron hondamente su profunda vida espiritual y trato personal con Dios. Sean, pues, ellos los mejores mentores, y el legado que nos han dejado objeto de nuestro estudio y aprecio.
Es a través de estos documentos por los que he entrado en contacto con la vida espiritual de la Madre María Evangelista. Se trata de manuscritos de los siglos XVII y XVIII, escritos por coetáneos que la conocieron personalmente y quienes, tras su muerte, escribieron sobre ella, atendiendo a la fama que tenía por su santidad y virtudes.

A nuestros días han llegado testimonios y cartas de quienes convivieron con ella en el monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid, así como en el monasterio de la Santa Cruz de Casarrubios del Monte, fundado por ella. Siendo estos testimonios de suma importancia, aún más trascendentes son los manuscritos escritos o dictados por ella, que reflejan la hondura de su vida espiritual y trato personal con Dios.
En esos testimonios y cartas, los testigos que la conocieron escriben y dan fe de sus virtudes, de los dones naturales y sobrenaturales con que la dotó Dios, así como de los diversos hechos prodigiosos que acreditan haber presenciado junto a ella. Todo lo cual hizo que gozara de fama de santidad en vida y que fuera muy conocida y estimada en su tiempo, trascendiendo incluso de los muros de los monasterios donde vivió. De estos testimonios primeros nació la incipiente herencia espiritual transmitida a las siguientes generaciones de monjas del monasterio de la Santa Cruz y que llegó hasta nuestros días.

La doctrina espiritual que custodian estos manuscritos merece especial atención, dado lo novedoso de su contenido y la sutileza de su exposición. No es de extrañar que en su tiempo produjera no pocas controversias.
El fundamento de la doctrina de estos documentos se infiere de ellos mismos, siendo así que en nada desdice al Magisterio de la Iglesia.  Lo acredita, a su vez, el asenso de religiosos y personas doctas coetáneas ratificando su valía, así como el interés que estos escritos despertaron en varios amanuenses, que asumieron la costosa tarea de trasladarlos, evitando así que se perdieran sus valiosas enseñanzas por deterioro de los originales. Es obligado encomiar la exquisita fidelidad del trabajo de estos copistas, así como la humilde disposición con que trasladaron estos escritos, esperando que la Iglesia, en el tiempo que Dios dispusiera, dictaminara sobre ellos y estimara sacar a la luz la doctrina aquí revelada para conocimiento del pueblo de Dios. Gracias a estas copias es posible en la actualidad acceder fácilmente a la herencia espiritual dejada por la Madre María Evangelista, dado que los originales ofrecen alguna dificultad por la complejidad de la caligrafía del padre Vivar, y, sobre todo, la de la propia Madre.

Estas experiencias espirituales son las que merecen especial atención. Engloban un amplio abanico de temas: su vida de cruz interior, tentaciones del demonio, comunicación con almas del purgatorio, así como con santos y ángeles protectores, doctrina sobre los ángeles, el cielo, el infierno y el purgatorio, así como revelaciones de la vida de Cristo y el misterio de su pasión y redención. Es el Señor quien le desvela todos estos misterios en su alma.
Usualmente estas vivencias transcurren en un diálogo diario que la Madre María Evangelista mantiene con el Señor en los distintos momentos de la oración conventual, y que traslada hablando en primera persona, bien por su propia mano, bien, las más de las veces, dictando a su confesor. En este diálogo espiritual la Madre pregunta, de forma directa y simple, y el Señor responde argumentando con prodigalidad sus enseñanzas, siempre con un lenguaje sencillo y coloquial. De esta manera va revelando a la Madre misterios de fe, comunicándole gracias y misericordias, e instruyéndola en el camino de cruz que ha dispuesto para ella. En ocasiones, las respuestas pueden parecer novedosas y sorprender en una primera lectura somera; sin embargo, profundizando en ellas y abriéndose a la luz que encierran, es posible descubrir el verdadero cariz que atesoran estas revelaciones.

Uno de los copistas de estos manuscritos infiere que, en ocasiones, es el confesor el que propone a la Madre las preguntas que ha de hacer al Señor, planteándole dudas de fe, cuestiones sobre la Sagrada Escritura o aclaraciones sobre alguna revelación previa que ofreciera alguna sospecha de incoherencia.
La excepcionalidad de esta obra merece ser estudiada con cuidado por lo inusual de su contenido. No se trata de un tratado de carácter dogmático, ni un compendio de consejos espirituales de la Madre hacia sus hijas, ni tan siquiera es una exposición detallada de su vida espiritual interior. En su forma predominante se puede decir que la obra gira en torno a un diálogo, coloquial y sencillo, que la Madre mantiene con el Señor diariamente en la oración y, en ocasiones, fuera de ella. A través de estas locuciones interiores, el Señor se va comunicando a su alma, tratándola, en todo momento, con llaneza, como a hija muy querida.

El hilo conductor de la espiritualidad de la Madre es su identificación con la cruz de Cristo, haciendo que su vida sea un reflejo vivo de la cruz y estando crucificada en ella. Así se lo desvela el Señor en numerosas ocasiones: quiere hacer de ella un vivo retrato suyo, haciendo que su camino sea el de la cruz.
Notables y dignas de crédito debieron ser estas experiencias para que así lo apreciara su confesor, el padre Vivar, hombre docto en ciencia y espíritu, que, en un ímprobo y meticuloso trabajo, copió lo que la Madre le dictaba a diario durante horas en el confesionario, refiriendo las locuciones recibidas en la oración de cada día. Se conservan diversos manuscritos relativos a esta materia, así como libros encuadernados, copias de los anteriores, que se hicieron posteriormente, prueba de la estima y valor que se dio a estas revelaciones. La capacitación intelectual y espiritual del padre Vivar, la de sus otros confesores y de los amanuenses posteriores, se puede intuir y apreciar a la vista de la calidad ortográfica y caligráfica de sus escritos, el conocimiento del latín, así como por las anotaciones que escriben al margen en los manuscritos, prueba de la sólida formación que todos ellos tenían en las Escrituras y de los Padres de la Iglesia.

Aunque todavía no se ha leído y transcrito la totalidad de los escritos de la Madre Evangelista, la parcela de documentos conocidos abarca las siguientes temáticas:

-         Misericordias comunicadas por el Señor. Mediante un diálogo personal en la oración diaria, Dios le comunica la doctrina de la cruz interior, que es la raíz de la que se nutre su espiritualidad y de donde brotan las enseñanzas y dones con que Dios la colmó.
-         Revelaciones sobre diversos libros bíblicos. Sigue el mismo esquema anterior de preguntas y respuestas. Por un lado están las revelaciones sobre el libro del Génesis (del que constan dos copias del original), amén de un pequeño documento con revelaciones sobre el Éxodo, ambos escritos por el padre Vivar. De momento no se han hallado más comentarios de otros libros bíblicos.
-         Revelaciones sobre las vidas y martirios de diversos santos, entre ellos, los 72 discípulos que acompañaron al Señor. El Señor le revela diversos datos de la vida de estos santos y mártires: lugar de nacimiento, familia, dónde evangelizaron, así como el día en que sufrieron martirio y la forma del mismo. En ocasiones mantiene diálogos espirituales con sus santos patronos protectores, así como con sus ángeles custodios.
-         Revelaciones sobre el sepulcro de San Hieroteo, obispo de Segovia. En su tiempo estas revelaciones causaron gran polémica entre diversos cargos eclesiásticos, provocando que los escritos de la Madre fueran objeto de disputa y persecución. Es un tema aún ignoto en su totalidad, por no haber sido transcritos todos los documentos que versan sobre el tema. Estas revelaciones están diseminadas por distintos manuscritos.

Hasta aquí, estas son las materias de los manuscritos leídos y transcritos en la actualidad, por lo que no se puede descartar que pudieran surgir otras facetas desconocidas en otros documentos.
Para finalizar, copio algunas palabras de don José Rodrigo, principal copista que trasladó parte sustancial de los manuscritos de Madre Evangelista, y que hallamos en el prólogo de su libro titulado: “Obras de la Venerable Madre María Evangelista. Sobre el Génesis”. Hombre instruido y prudente, justifica los motivos que le impelieron a emplear tiempo y esfuerzo en la ímproba tarea de trasladar estos escritos. Omitiendo emitir juicio alguno, se limita a expresar su esperanza de que algún día la Iglesia los considere y dictamine sobre los mismos.
Así, sobre estos escritos dice que no le corresponde a él saber cuándo verán la luz,
que eso sucederá cuando Dios nuestro Señor fuere servido, y por el medio, tiempo y circunstancias que Su Majestad tiene determinado.
Sigue diciendo:
Lo grande, lo espiritual y admirable que contienen estos escritos, ellos mismos lo dirán a quien atento, devoto y deseoso de su aprovechamiento los leyere. Que es la prueba real de la bondad de la luz los mismos efectos que causa, si los ojos que la registran no están enfermos o ciegos, porque si están enfermos no solo no alumbran ni muestran, sino que antes dañan, cansan y hacen huir; y si están ciegos, como no ven, ni la estiman, aprecian, ni alaban, ni la luz es de ningún efecto, bueno ni malo. El dictamen del padre Vivar de estos escritos (que es testigo de la mayor excepción y a quien Dios tenía con potestad de llaves para registrar todo su corazón) es que son de buen espíritu. Hartas experiencias haría y, cuando prorrumpió en su defensa, todas las virtudes tocaría con la piedra de toque donde descubrieron el oro fino de sus entrañas.
Continúa:
Cuya noticia de vida fío de nuestro Señor saldrá algún día a la luz cuando Su Majestad sea servido, que no es creíble deje de embeber gran misterio este silencio donde no cabe el olvido, y en quien no suele obrar estas maravillas sin muy altos fines encaminados al bien de su Iglesia, que somos todos sus fieles.

Y finalizo haciéndome eco de su mismo deseo:
Fiamos de Dios que algún día tendrá la noticia pública este tesoro ahora escondido en el campo fértil de la Iglesia, pues todo se conserva en las congregaciones fidelísimas y santas de estos monasterios para los fines que solo Su Majestad sabe.

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