14 diciembre 2012

MEDIOS PARA ALCANZAR EL PERFECTO AMOR DE DIOS


El primer medio y escalón que hay que subir a este alto del perfecto amor de Dios es en lo más ordinario: la limpieza de alma. Aquella que Dios, nuestro Señor, como autor y maestro de este soberano edificio espiritual, infunde en ella y pone de su poderosa mano la primera piedra, purificando la tal alma y preservándola de las caídas y daños que le podían venir de parte del enemigo del linaje humano, desde los primeros años de la edad de su infancia. Este es un gran paso y fundamento para hallar este tesoro.
El segundo medio es edificar con la gracia de nuestro Señor, la cual nunca falta a quien se dispone para recibirla sobre este firme y seguro cimiento y fundamento. Las piedras para este edificio han de ser preciosísimas. La primera, un reconocimiento grandísimo y humildísimo y amorosísimo a aquel grande y benigno Señor, de quien por sola su bondad recibió aquella primera gracia. La segunda será una total resignación y rendimiento de sí mismo, amoroso en la divina voluntad, y un descansar en su Providencia con grande quietud y seguridad. La tercera será una continua memoria de nuestro Señor, suave y regalada, al cual ha de procurar traer siempre presente en los ojos de su alma con grande humildad y reverencia. Las piedras preciosas de tus santas virtudes y ejercicios son de importancia para este soberano edificio.
El tercer medio será que la práctica de todas tus obras y ejercicios espirituales sea siempre lo más perfecto, aquello que supiere o entendiere ser más agradable a la divina voluntad.
El cuarto medio será que el blanco y fin de todas tus obras sea la mayor gloria de nuestro Señor y, en Él y por Él, obre lo que así hiciere.
El quinto medio será la imitación de Cristo nuestro Señor procurando, cuanto sea posible, seguir sus santísimos pasos y pisadas; estando dispuesto para dar, de muy buena gana y con toda voluntad, la vida, cuando a Su Majestad de ello le pluguiere y fuere su santa Voluntad.
sexto medio será que, por todas tus obras, por santas o admirables que sean o aparezcan, no quieras ni pretendas otra cosa ni otro interés más que la gloria o beneplácito de Dios nuestro Señor. Con lo cual te debes dar por bien contento y pagado, aunque por este Señor hubieres dado y padecido El cien mil muertes o más.
Estos son los medios y escalones que hay para subir a este divino alto del perfecto amor de Dios, de las cuales obras y ejercicios virtuosos y santos, hace nuestro Señor una celestial mistura y confección; de donde mana y procede en el alma aquella agua viva de este divino amor, que es un abrazo fuerte y poderoso, y una unión perfecta de Dios y el alma, adonde la memoria, entendimiento y voluntad no saben ni sienten, ni entienden de otra cosa que no sea Dios, o lo que fuere ordenado o dispuesto por este Señor, sean trabajos, sean altos desamparos y cruz, o de consuelos, regalos y suavidad, en todas las cuales cosas ella halla a Dios y Él está presente en ella.
Y no quiero decir que sean excluidos de este tesoro del perfecto amor de Dios los que han sido pecadores y se han lavado y purificado con la verdadera penitencia, y dispuéstose, con la Gracia de nuestro Señor, para recibir esta misericordia. Y sabemos que en la Iglesia de Dios ha habido muchísimos santos a quien Su Majestad ha comunicado esta gracia. Pero hablo yo ahora, en particular, con aquellos limpios de corazón por la mano del Señor, de quien tengo dicho, porque esto es lo que hace a propósito del intento que nuestro Señor me ha dado.

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