06 diciembre 2025

CRÓNICA de la celebración de Acción de Gracias por la declaración de Venerable de M. María Evangelista - 29-11-2025


  El día 29 de noviembre del 2025, Su Excelencia Reverendísima Monseñor Francisco Cerro Chávez, ha presidido en el Monasterio Cisterciense de la Santa Cruz, en Casarrubios del Monte, la celebración eucarística de Acción de Gracias por debido a que el Santo Padre León XIV ha firmado el Decreto Super virtutibus de la Sierva de Dios M. María Evangelista Quintero Malfaz.

En la celebración, junto al Párroco de Casarrubios del Monte D. Miguel Ángel Díez Madroñero, han concelebrado otros sacerdotes y el Postulador General de la Orden Cisterciense, P. Pierdomenico Volpi. 




Eran presentes también la Madre Presidente de la Congregación Cisterciense de Castilla, Eugenia de Pablo Esteban; la Abadesa del monasterio de San Joaquín y Santa Ana, Madre María Teresa de Antonio Peña con algunas hermanas: la Venerable Sierva de Dios entró en este monasterio antes de fundar el monasterio de la Santa Cruz. Participaron en la celebración además, la abadesa y algunas monjas del monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo de la Congregación Cisterciense de Castilla, la Madre María Thomas kudiyiricka, y con ellas estuvieron algunas monjas del monasterio de San Clemente de Toldo de la Congregación Cisterciense de San Bernardo en España.

Importante fue la representación benedictina de dos monjes de Montserrat en Madrid, que encarna la gran unión y fraternidad que existe entre la Orden Benedictina y la Orden Cisterciense. Fueron los Padres José María Ruiz que es el Prior y el Padre Alfredo Simón Pérez.

El Arzobispo en su homilía ha citado las virtudes de tres personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento -los Profetas, San Juan Bautista y la Virgen María- uniendo las virtudes peculiares de estos tres personajes a la Sierva de Dios, la ya Venerable M. María Evangelista.


Nos parece oportuno señalar algunas palabras del Decreto sobre las virtudes aprobado por el Papa León XIV: “Los rasgos particulares de su figura (de la Sierva de Dios) se encuentran en su vida de oración y en la asidua experiencia unitiva que hizo de ella una contemplativa según los dictámenes de la Carta caritatis, texto base de la Orden Cisterciense, junto a la Regla de San Benito. Constantemente inmersa en la contemplación del misterio trinitario, puso en el sentido de la filiación divina en Cristo el fundamento de su vida monástica en la cual la fortaleza de la fe y la prontitud en la caridad se unen armónicamente con el abandono filial al Padre”.


Esperamos que Dios conceda un milagro por intercesión de la Venerable Sierva de Dios a fin que su ejemplo sea luz del mundo y sal de la tierra. 

La celebración terminó con el canto de la Salve cisterciense.  Siguió una merienda para todos  los participantes.


BREVE RESUMEN DE LA HOMILÍA MONS. FRANCISCO CERRO

 


Puntos principales de la homilía:

-Gratitud y alegría por la proclamación de Venerable: El arzobispo subrayó que la declaración de Madre María Evangelista como Venerable es un motivo de profunda acción de gracias para la Iglesia y, en especial, para la comunidad cisterciense de Casarrubios del Monte.

-Ejemplo de vida consagrada: Mons. Cerro, recordó que la Madre Evangelista vivió con radicalidad evangélica, en sencillez y entrega, siendo modelo de fidelidad a Cristo y a la vocación monástica. Su vida es ahora reconocida oficialmente como camino de santidad.

-La esperanza como legado espiritual: Invitó a los fieles a mirar la figura de la Madre Evangelista como fuente de esperanza en tiempos de dificultad, resaltando que su confianza en Dios y su amor a la Iglesia son un estímulo para todos.

-Continuidad de la misión: El arzobispo animó a la comunidad a seguir transmitiendo la espiritualidad cisterciense y el carisma de la fundadora, manteniendo viva su memoria y su obra en el monasterio.

-Dimensión eclesial y comunitaria: Mons. Cerro destacó que la proclamación de Venerable no es solo un reconocimiento personal, sino un don para toda la Iglesia, que se enriquece con el testimonio de sus hijos e hijas fieles.

Significado para la comunidad: La homilía puso de relieve que la declaración de Venerable de Madre María Evangelista no es únicamente un honor histórico, sino una llamada a vivir con mayor intensidad la fe y la comunión eclesial. El arzobispo invitó a que su ejemplo inspire nuevas vocaciones y fortalezca la vida espiritual de los fieles.

 




12 noviembre 2025

Homilía para la fiesta de San Juan de Letrán - 9 de noviembre de 2025

 

P. Lluc Torcal (Procurador General de la Orden Cisterciense)

El 27 de octubre, el papa León XIV autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto sobre las virtudes heroicas de la Sierva de Dios, Madre María Evangelista Quintero Malfaz, fundadora del Monasterio Cisterciense de la Santa Cruz en Casarrubios del Monte.

La monja cisterciense, abadesa y fundadora, en un texto de su obra «Misericordias de Dios Comunicadas» (n.º 5, día de San Juan, 27 de diciembre de 1633), contemplando el misterio de la Santísima Trinidad, pone estas palabras en boca de Dios: «Mi deleite es que el alma me conozca. Sois para mí como joyas que adornan mi casa».

Hoy, en la fiesta de San Juan de Letrán, catedral de Roma, madre y cabeza de todas las iglesias, hemos escuchado proclamar en el Evangelio: «Los discípulos recordaron lo que está escrito en la Escritura: «El celo por tu casa me devora». Estas palabras que los discípulos recordaban son adecuadas para el episodio que ellos mismos acababan de presenciar, al ver a Jesús expulsar del Templo a los vendedores y cambistas, mientras gritaba: «Quiten esto de aquí; no conviertan la casa de mi Padre en un mercado». El Templo se había convertido en un mercado: dentro del recinto sagrado, dedicado a la oración y a las ofrendas a Dios, se comerciaba y se regateaba como en cualquier otra plaza pública. No es de extrañar que la reacción de Jesús se haya invocado tan a menudo para denunciar los excesos de la Iglesia, especialmente de la Iglesia de Roma.

Pero el celo por el templo que consumía al Señor no se dirigía tan directamente a las estructuras materiales de un templo o iglesia en particular, sino a la casa de su Padre, al templo de Dios, al santuario de su cuerpo. Los templos, las iglesias de piedra construidas por manos humanas, albergan y protegen el templo de Dios y, por esa misma razón, no pueden convertirse en un mercado o en un lugar de ostentación mundana. Pero el gran problema surge cuando el verdadero templo de Dios se convierte en un mercado. ¿De qué templo de Dios estoy hablando si no me refiero a los construidos con piedras o ladrillos? La Primera Carta a los Cristianos de Corinto nos dice: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? El templo de Dios es santo, y este templo sois vosotros».

El verdadero celo del Señor es por este templo, ese templo del que San Pablo proclama: «Hermanos, vosotros sois un edificio construido por Dios», aquel que tiene como único fundamento «al que está puesto: Jesucristo». Es de este templo de donde deben ser expulsados los mercaderes y los cambistas, los terneros y las ovejas; todas estas cosas convierten la casa del Padre de nuestro Señor Jesús en un mercado. El Señor quiere que expulsemos de nuestro corazón nuestros cálculos, nuestras reservas, nuestros temores, y que nos abandonemos completamente a Él. Siempre estamos haciendo cálculos dentro de nosotros: ¿cuánto debemos dar de nosotros mismos? ¿Qué ganaremos con esta actitud? Compramos y vendemos para mantener el control de nuestras propias vidas y, muy a menudo, de las vidas de los demás. Son estos mercaderes los que el Señor quiere expulsar de nuestro corazón.

Y es que, verdaderamente, el Señor tiene celo por la casa de su Padre, esa casa a la que se refiere la Madre María Evangelista cuando escribe: «Tengo mis propias delicias en el alma que me conoce. ¿No veis que sois pequeñas migajas de mi ser? Sois como joyas que adornan mi casa». Cristo quiere que comprendamos de una vez por todas que Dios quiere entrar en nuestra casa, que Dios quiere que lo conozcamos y se regocija cuando le dejamos permanecer en nuestro corazón: «Tengo yo mis contentos». ¿No sabemos que en el corazón del cristiano está el Dios que en Cristo se revela a la humanidad? En Cristo, en quien habita la plenitud de la divinidad, se ha manifestado el misterio de Dios, se ha abierto el cielo y ha descendido a la tierra. Dios quiere ser conocido por los hombres, amado por nosotros que somos la niña de sus ojos. El misterio de Dios ha sido revelado para que Dios sea conocido: y por esta razón somos el templo de Dios, para que en nosotros y a través de nosotros el misterio pueda seguir manifestándose.

Por eso, Dios nos pide que nos abandonemos y confiemos plenamente en él, para que, al darnos cuenta de que somos «como migajas de su Ser», migajas de Dios, comprendamos vívidamente que lo que realmente somos está escondido en Cristo, pues nuestra vida solo se vive en relación con Dios, que es su fuente absoluta. De ahí el celo de Cristo: Él, que ha traído el fuego a la tierra y ya desea verlo arder, no con llamas destructivas, sino con corazones encendidos por el Espíritu Santo espíritu Divino y convertidos en el deleite del Padre: «Mi deleite es que el alma me conozca».

Por eso la Madre María Evangelista, profundamente arraigada en la tradición cisterciense, con sus palabras, su experiencia, su vida, nos recuerda que la vida monástica cisterciense no es otra cosa que esto: responder con amor a la llamada de un Dios que, amándonos infinitamente, viene al encuentro de cada uno de nosotros para pedirnos que le dejemos entrar en nuestro corazón, para llenarnos de su amor y convertirnos así en lo que ya somos: «Sois como joyas que adornan mi casa».

Abramos, pues, nuestro corazón al Señor en esta fiesta en la catedral de Roma, para que Él vuelque todas las mesas de los cambistas que hay en nosotros y, llenos de celo, nos convierta en una casa para su Padre, que se regocija de alegría cuando le permitimos morar en nosotros.