30 diciembre 2025

María Madre de Dios, nido y alimento de Cristo en su Humanidad

Es un texto místico de M. María Evangelista, cargado de simbolismo espiritual que describe una experiencia interior en el nacimiento de su Jesús hijo de María Virgen. La autora la describe más o menos así: El alma, en oración bajo la protección de la Virgen María, experimenta que Cristo mismo la acoge en ese “amparo” materno. Jesús revela que en María encontró su “nido”: de su pureza, su amor y su dolor tomó alimento durante la Encarnación. No solo se nutrió de su sangre física, sino también de la entrega interior, las virtudes y el sufrimiento amoroso de su Madre. El Señor le explica a María Evangelista que quiso alimentarse de la humanidad —representada en la sangre de María— porque venía a entregar su propia sangre por los hombres. Así como se sustentó de la pureza y el amor de su Madre, también se alimenta espiritualmente de las virtudes, afectos y obras de quienes lo aman. Para Él, estas disposiciones del alma son “sangre” espiritual: la sustancia más fina y agradable que puede recibir, que le da gozo y descanso, igual que lo hizo el amor de su Madre.


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Texto original de la V. María Evangelista 

"Estando otro día de Nuestra Señora en la oración, yo me ponía allí, en la presencia del Señor, allí, como debajo del amparo y sombra de esta Señora. Y le decía que así como yo sabía que era su esclava, se sirviere de recibirme allí a su sombra.

 Él, como que me miraba, dijo que sí lo haría. Y poniendo los ojos en su Madre, que era su paloma decía: Este es el nido donde yo me crié y de esta sangre me alimenté y me sustenté. De esta sangre fui formado. Y esta sangre fue como parte de mi hechura y parte para daros ser a vosotros, de manera que de mi Madre me aproveché para tomar ser, porque lo puse en ella tan lindo, puro, justo y lleno de virtudes que me enamoró su gracia y me llevó los ojos. Y así, tuve en ella mis delicias y regalos, que como mi Madre tenía en sí tanta gracia, era la paloma que para mi descanso tuve. Yo dije: Señor, ¿pues cómo quisisteis ser sustentado de la sangre de una mujer? Bien podías sustentarte de la gracia del ser de Dios.

Me dijo: María, mira, como yo venía a dar mi sangre por vosotros, así quise también sustentarme de vuestra sangre y gustarla y tomar recreación con ella, como la tomé de la de mi Madre en el corazón de mi ser. Es decir, dentro de estas mismas entrañas tomaba yo gusto y sustento con el manjar que mi Madre me daba, que era no solo aquella sangre corporal limpísima, sino también de la sangre y dolor que en su corazón traía, porque salía un sustento grande que ella me daba. En mí paraban sus caricias, y con una humildad, caridad y pureza grande, así como gran dolor de los pecados de los hombres, y un continuo desgastarse en mi presencia. Y eso no le parecía era nada, siendo la más bella de todas.

 Esto era para mí un manjar grande y una sangre de la cual me sustentaba con gusto. Y me sustentaré de todos los que me quisieren sustentar con este manjar, que también Yo me sustento de vuestra sangre, que para mí lo es pues es la sustancia del alma. Y esta es sustancia fina para mí, y sangre de vuestro espíritu, y sustancia de vuestra alma.

Y a esta llama sangre el Señor por ser la sustancia que da el alma, y los afectos de las virtudes, que son las obras de las cuales dice el Señor que se alimenta, como se alimentó de su Madre, por ser el manjar que le da gusto y en él toma gusto".

 Misericordias de Dios Reveladas, N. 24

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