D. Miguel Ángel ante la tumba de M. María Evangelista el día de la Apertura de la Causa |
PARROQUIA
DE “SANTA MARÍA”
CASARRUBIOS
DEL MONTEARCHIDIÓCESIS DE TOLEDO
Muy
querida Madre Abadesa y Comunidad Cisterciense:
Nuestro
muy estimado Monasterio de la Santa Cruz nos regala ahora, además de sus siglos
de presencia como un vergel en los desiertos de la vida, la posibilidad de
contar con un nuevo ejemplo de vida cristiana, llevando a extremo las virtudes
del alma, llamadas “heroicas”, cuando, al acertado parecer de la Iglesia, pueda
juzgarse que su “primera hija y fundadora” sea propuesta como ejemplo digno de
imitar en este camino de Amistad con Cristo llamado Santidad.
Se
me pide un testimonio para la Causa de Beatificación de la Madre María
Evangelista, Fundadora de este monasterio. Su cuerpo está aquí, del que además
de narrarse ciertos prodigios, es un cimiento espiritual para que esta
Casa siga en pie. Es un agua subterránea que hace fértiles las vidas escondidas
de sus hijas; y ahora, si la Iglesia así lo considera apropiado, será para su
Orden y para todo el mundo cristiano, un claro ejemplo de lo que estamos
llamados a ser: Santos.
Así
que su presencia aquí, con la estela de sus enseñanzas, la fertilidad que
produjeron sus sufrimientos y la luz de su recuerdo para sus hijas hace que
éstas no sientan la soledad, porque el ejemplo de Madre Evangelista las lleva
ante el que todo lo llena.
He
aquí la Esposa fiel de Cristo, la Iglesia, que presenta a uno de sus hijos como
digna de ser imitada. He aquí M. María Evangelista, la cónyuge del Señor que,
en su Consagración Esponsal, hizo un día
de su vida, todo para el Amado.
En
los siete años que sirvo este Altar de la Capilla de vuestro Monasterio me he
visto enriquecido con la vida de la Comunidad que, diariamente, ofrenda los
mejores frutos de sus hijas al Señor: la fidelidad a la Gracia, el cuidado
servicio divino en esta Escuela de amor a Dios, como S. Benito define estos
claustros cerrados al mundo pero abiertos a los infinitos horizontes de las
gracias divinas, y la no sé qué extraña paz para el mundo que éste no sabe
estimar. Eso es la Paz, el premio de quien cumple honestamente con su deber. Y
éstas cumplen.
Si
de algún modo pudiéramos definir con el pobre humano lenguaje lo que es un
“santo” diríamos que son las pruebas más certeras de la existencia de Dios,
héroes de la fidelidad, sabios aprovechadores de la vida terrenal para el bien
y expertos financieros de las ganancias venideras, esto es, las celestiales.
Conocedores de sí mismos, más que los médicos pueden conocer los males de sus
pacientes, más que los filósofos puedan escrutar los conocimientos internos de
la vida. Éstos son los Santos.
Si
en la vida cotidiana reconocemos a quines nos agrada simplemente por su
perfume, aun con los ojos cerrados, del mismo modo, conocemos a quienes agradan
a Dios por la estela de sus obras. ¡ah, los Santos! ¡Qué magníficos ejemplos de
haber encontrado el Camino para saber vivir en medio de un mundo que ya no
tiene ni caminos!
Como
lo espero, así lo pido. Quiera el Señor, nuestro amo, fructifiquen todos los
trabajos que las Madres de la Comunidad de Casarrubios del Monte ofrecen en pro de esta no sólo noble, sino santa
causa.
Ella,
Madre María Evangelista, será una joya que corone nuevamente a la Iglesia, y nosotros, conocedores de su
obra y beneficiarios de su intercesión, seremos los cuidadores de su llama para
que no se apague nunca esta estela de luz.
Casarrubios del Monte, 20 de Agosto de
2012
Solemnidad de nuestro Padre San Bernardo.
Miguel Ángel Díez-Madroñero Moreno
(Párroco-Capellán)
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