El lunes 26
de noviembre del 2012 a
las 18’00 horas, tuvo lugar en la
Iglesia del Monasterio Cisterciense de la
Santa Cruz , la Apertura del Proceso de
Beatificación y Canonización de la
Fundadora de dicho Monasterio, M. María Evangelista Quintero
Malfaz, natural de la Villa
de Cigales, Valladolid. Presidió el acto el Excmo. Sr. Arzobispo de Toledo y
Primado de España, D. Braulio Rodríguez Plaza. Vino acompañado de los miembros
del Tribunal encargados de instruir el Proceso: los M.I. Sres. D. Francisco
Javier Hernández Pinto, como Juez Delegado; y D. Rubén Zamora Nava, como
Notario actuario, los cuales, junto con el Rev. D. José Luis Martín Fernández-Marcote,
Canciller-Secretario General y el Sr. Arzobispo, se sentaron en una mesa en el
centro del Presbiterio de la Iglesia. Estuvieron también presentes los
miembros de la Comisión
de Peritos en Historia: el Rev. D. Juan Pedro Sánchez Gamero; Rev. D. Pedro
Pablo Hernández Laín; y el Rev. D. Juan Antonio López Pereira, los cuales
ocuparon su lugar a la derecha de la mesa del Tribunal. El P. General de la Orden Cisterciense , Dom Mauro
Giuseppe Lepori que nos acompañó en tan importante y gozoso evento; el
Postulador General de la Orden ,
el P. Pierdomenico Volpi, monje Cisterciense del Monasterio de Casamari; la Vicepostuladora ,
Sor Mª José Pascual, del mismo Monasterio de Casarrubios y la Abadesa y también “actriz”
de la Causa se
colocaron a la izquierda de la mesa del Tribunal. En los sitiales del Coro se
situaron las monjas del Monasterio y en los bancos de la Iglesia el resto de
invitados: sacerdotes –tanto de la misma diócesis de Toledo como de fuera de
ella- las autoridades y vecinos del pueblo -que quisieron estar a nuestro lado
en tan señalado día- y medios de comunicación.
Se comienza el acto pidiendo la
asistencia del Espíritu Santo cantando el Himno “Veni Creator Spiritus”,
después del cual, se da lugar a la lectura de la semblanza de la M.
M ª Evangelista por la Vicepostuladora de
la Causa. Tras
ello, el Postulador, dirigiéndose al Sr. Arzobispo le pide “se digne a dar
inicio al Proceso Diocesano de Beatificación y Canonización de M. Mª
Evangelista Quintero Malfaz”. Ante esto, el Juez Delegado de la Causa le pregunta al
Postulador si tiene el nombramiento otorgado por la
M. Abadesa del Monasterio. El Postulador
afirma y hace entrega de los documentos al Sr. Arzobispo, el cual los examina y
entrega al Juez Delegado para que los examine. El Juez Delegado da fe de la acreditación
al examinar dichos documentos y el Sr. Arzobispo entonces, reconoce como
legítimos los poderes que “acreditan al Rvdo. P. Pierdomenico Volpi O. Cist.
Como Postulador de la Causa ”,
tras lo cual ruega al Sr. Canciller Secretario que dé lectura al Decreto por el
cual mandó iniciar la Causa
y nombró a los miembros del Tribunal.
Una vez finalizada la lectura, el
Sr. Arzobispo dirigiéndose a los miembros del Tribunal, les consulta si aceptan
el cargo para el que han sido designados. Ellos, aceptan. Al aceptar, el
Arzobispo les conmina a realizar el juramento de “cumplir cada uno fielmente su
cometido”. Empezando por el Sr. Arzobispo y siguiendo los miembros del Tribunal
uno por uno, prestan juramento sobre las Santas Escrituras colocadas en la mesa
presidencial. Este juramento es firmado en las actas.
Después, se sigue el mismo
procedimiento con los miembros de la Comisión de Peritos en
Historia y Archivística: El Sr. Arzobispo ordena al Canciller que lea el
Decreto en el cual fueron nombrados tales peritos, cosa que el Canciller
ejecuta, a continuación el Arzobispo les pregunta si están dispuestos a
desempeñar con fidelidad y guardando el
debido secreto, tal cargo, cosa que ellos afirman y así, el Sr. Arzobispo les
exhorta a realizar el juramento que cada uno de ellos hacen sobre un ejemplar
de las Santas Escrituras. Finalizado el juramento de los peritos, el Postulador
de la Causa , P.
Pierdomenico Volpi es invitado por el Sr. Arzobispo a realizar él también, el
juramento “de cumplir fielmente su oficio y evitar cualquier cosa que pueda
atentar directa o indirectamente contra la verdad o la justicia”. Y sobre las
Sagradas Escrituras, el P. Postulador realiza tal juramento. Tras lo cual y por
mandato del Arzobispo, presenta la
Lista de Testigos que le entrega aunque comunicándole que se
reserva el derecho de presentar otros testigos o de renunciar a algunos de los
incluidos en la lista. El Sr. Arzobispo, una vez recibida la Lista se la pasa al Juez
Delegado y éste, acepta la lista admitiendo el derecho que el Postulador se ha arrogado. Sigue el Juez Delegado
comunicando dónde queda fijada la sede del Tribunal para interrogar a los
testigos, diciendo también los días en que serán los interrogatorios y la hora
para ellos, así como exponiendo que la primera sesión será el día 5 de
diciembre del presente año y que el primer
testigo llamado a declarar será el Rvdo. D. Miguel Ángel Díez-Madroñero Moreno,
Capellán del Monasterio de Casarrubios y Párroco del pueblo.
Con esto, el Sr. Arzobispo comunica
que ha concluido la Sesión
de Apertura y ruega al Canciller que levante Acta de todo lo realizado y que
junto con los documentos y nombramientos, así como junto a las diligencias
previas, lo entregue todo al Sr. Notario Actuario. Hecho esto, declara abierto
el Proceso diocesano de Beatificación y Canonización de M. María Evangelista
Quintero Malfaz.
El Canciller-Secretario para el Acta
a cada uno de los miembros del Tribunal,
quienes firman y sellan. Seguidamente entrega todo al Notario Actuario, el cual
declara haber recibido del Canciller-Secretario todos los documentos
prescritos. Firma y sella tal declaración.
El acto termina con las amables
palabras del Sr. Arzobispo a los que han acudido a la Apertura del Proceso e
impartiendo la bendición.
Ya finalizada en la Iglesia la Sesión de
Apertura, todos los fieles, con el Sr. Arzobispo a la cabeza, bajamos a la Sala Capitular del Monasterio
donde está enterrada la M. María
Evangelista[1].
Allí, rezamos la oración propia para implorar la intercesión de la
M. Fundadora. Tras lo cual, se invita a
todos los presentes a compartir un piscolabis para celebrar el comienzo del
Proceso con la ilusión y la esperanza de que la
M. María Evangelista -su vida, ejemplos y
virtudes- sea un día un modelo seguro a seguir por todos los que buscan una luz
en el camino que les ayude a seguir a Cristo con radicalidad y perseverar hasta
el fin.
Hna. Marina
[1] El viernes 27 de noviembre de 1648,
a los 57 años de edad, fallece la M. M ª
Evangelista. A petición del pueblo, su cuerpo estuvo dos días expuesto en el
coro. Pasados cinco años, el 21 de octubre de 1653, sus hijas abrieron su
sepultura que estaba en la Sala Capitular ,
con esperanza de que Dios hubiera preservado su cuerpo de la corrupción como ya
le había manifestado el Señor en vida a la Madre Evangelista. La alegría
de las monjas fue inmensa, pues, en efecto, la encontraron como recién
enterrada. Su cuerpo fue expuesto a la veneración pública.
Durante la primera mitad del
siglo XX y hasta el fin de las obras de reconstrucción del Monasterio, el
féretro con el cuerpo de la M. M ª
Evangelista estuvo en una urna de cristal incrustada en el muro de la antigua
Sala Capitular. Durante la Guerra Civil
(1936-1939), las monjas tuvieron que salir del Monasterio pues fue ocupado por
los milicianos, que sacaron el cuerpo de la Madre y lo destaparon dejándolo al aire, por lo
que su cuerpo sufrió el consiguiente
deterioro.
En el transcurso de las obras de
reconstrucción del Monasterio (1962-1964), el féretro fue conservado en la Iglesia parroquial del
pueblo. En este tiempo se encargo hacer un nuevo ataúd de madera donde se
colocó el féretro original. En 1964, al finalizar las obras, trajeron en
procesión el nuevo féretro de la
Madre desde la
Parroquia hasta el Monasterio y permaneció unos días en una
sala hasta que fue depositado en una fosa de ladrillo realizada en el pavimento
de la actual Sala Capitular. Se le puso una lápida de piedra encima y así
permanece en la actualidad.
A lo largo de la primera mitad
del siglo XX, son varias las monjas que todavía viven, las que recuerdan haber
visto el cuerpo de la M.
M ª Evangelista incorrupto.
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