M. María Evangelista Quintero |
Autora: Nuria Sáez Sánchez
Ilustraciones: de María Mayo
¿CÓMO SURGIÓ ESCRIBIR EL LIBRO?
El
punto de conexión entre la editorial Xerión, la comunidad cisterciense de
Casarrubios del Monte y una servidora lo encontramos en El santo alfaquí, breve relato histórico sobre la figura de
fray Hernando que yo escribí a modo de cuento dirigido a un público
adolescente, publicado en esta editorial en 2019.
Con
motivo del proceso de beatificación de la venerable Madre María Evangelista, la
comunidad cisterciense de Casarrubios del Monte se puso en contacto con la
editorial, pues deseaban hacer algo similar con respecto a la madre fundadora. A
su vez, la editorial me presentó la propuesta: escribir un relato de carácter divulgativo,
que diera a conocer a la fundadora de la comunidad de Casarrubios. El resultado
final es Cocinando el cielo,
una novela accesible a todos los públicos, donde el lenguaje
utilizado es un lenguaje sencillo, que hace la lectura muy llevadera y que va
conduciendo al lector de una escena a otra de una manera dinámica y
entretenida, donde se pueden encontrar escenas de misterio y momentos que
invitan a pequeñas reflexiones.
¿CÓMO SE ESCRIBIÓ COCINANDO
EL CIELO?
Lo
primero que me proporcionaron las hermanas fue la biografía de María
Evangelista y testimonios de coetáneos suyos. Yo desconocía por completo a
María Evangelista, así que inicié la lectura con ganas, puesto que pensé que si
existía un interés grande por darla a conocer y estaba abierto el proceso de
canonización, debía merecer realmente la pena adentrarse en su vida.
Hice
un par de lecturas rápidas de la biografía y fui señalando lo que debía
reflejar en la novela: el entorno familiar, social y cultural en el que nació y
se crio, cuál era su verdadera vocación y las dificultades a las que tuvo que
enfrentarse hasta verse donde ella siempre había anhelado, qué desiertos tuvo
que atravesar siendo abadesa, lo que rodeó a su muerte y los milagros que se
llevaron a cabo a través de ella o en ella. Uno de los que aparece en el libro
es milagro de bilocación que se produjo mientras la madre estaba postrada en
cama lidiando con una terrible enfermedad. Ese mismo día, 7 de septiembre de
1638, vísperas de la Natividad de la Virgen, el mismo Juan Alfonso Enríquez de
Cabrera -IX
almirante de Castilla- da
testimonio de que María Evangelista luchaba a su lado, contra el asedio francés
que tuvo lugar en Fuenterrabía. Los lugareños ya llevaban algo más de dos meses
rodeados por las tropas francesas, que superaban con creces a aquellos vecinos
y un puñado de soldados. Esperaban con ansia el refuerzo del ejército español,
bajo las órdenes del IX almirante de Castilla, que no llegaría hasta el 7 de
septiembre, tras la cual consiguieron una contundente victoria.
Con las
dos lecturas ya se fue formando en mi cabeza un boceto de cómo iba a presentar
estos datos: debía ser de forma tal que el lector no tuviera la sensación de
estar ante una biografía a secas. En este punto decidí crear un personaje
ficticio que me permitiera, a través de su propia historia personal, mostrar al
lector la vida de María Evangelista y de la propia comunidad.
Necesitaba
además encontrar un momento clave en la vida de esta comunidad monástica donde
introducir a este personaje imaginario. Ojeando la biografía de nuevo, hallé el
que sería el principio de la novela, que no era otro que saber que el
monasterio de Casarrubios amenazaba ruina y requería de una inminente
restauración. Es aquí, en el año 1950, donde yo introduzco al personaje que nos
va a llevar de la mano a conocer la vida monástica y a la fundadora de la
comunidad de Casarrubios, y también la labor social que desempeñó esta
comunidad de monjas, especialmente para con las niñas y las jóvenes de aquella
localidad toledana.
Conforme
iba avanzando la historia, se me hizo necesario acudir al propio monasterio
donde una vez estuvo María Evangelista, recorrer sus dependencias y conocer a
la comunidad personalmente. Aquel día salí del monasterio con una copia de los
escritos de María Evangelista, los cuales fui leyendo lentamente, poco a poco
cada día (aun hoy sigo leyéndolos). Entendí que debía también reflejar en la
novela la espiritualidad de la fundadora, aunque de forma suave, porque de no
hacerlo María Evangelista quedaría incompleta.
¿QUÉ
PERSONAJES PODEMOS ENCONTRAR EN COCINANDO EL CIELO?
La
protagonista del libro es sin duda María Evangelista, que es de quien nos
interesa aprender. Asimismo, y como no cabría lo contrario, aparecen las monjas
que en la década de1950 vivían en el monasterio, sus nombres son reales. De una
forma más palpable, cobran relevancia sor Ángeles, que era la abadesa de
entonces, y sor Concepción, que fue priora durante muchos años.
La
figura que puede parecer protagonista es la ficticia, que va narrando en primera
persona toda la historia. Yo prefiero decir que es la coprotagonista (el
protagonismo es para la fundadora y la comunidad). Aunque realmente esta
persona no existió en aquella época, he pretendido hacerla real de alguna forma
al no ponerle nombre, para que sea cada lector el que le ponga el suyo propio y
se integre en el escenario. Y en esto una servidora ha tomado la delantera: la
coprotagonista tiene cosas de mí.
En la
novela hay proceso evolutivo del personaje ficticio principal, no solo
cronológico -por el
paso del tiempo-, sino
también madurativo. La coprotagonista realiza un viaje en el tiempo y también a
su propio interior: se deja interpelar por María Evangelista, una mujer de hacía
3 siglos, conforme va profundizando en la vida de esta; o es la propia abadesa
quien la confronta; o la priora quien la hace reflexionar. Y todo lo vivido en
el monasterio dejará un poso que resurgirá años después. Este personaje sin
nombre, que narra la trama en primera persona, nos traerá cuestiones comunes a
todo ser humano: las raíces de cada uno, la familia, el aprendizaje de la
obediencia, el mundo laboral, las dificultades en nuestro día a día (enfermedad,
paro, desánimo, coronavirus), y por ser habituales en cada uno de nosotros
estas situaciones, es por lo que digo que cada lector puede convertirse en el
coprotagonista de Cocinando el cielo.
Guiño especial
a mis hijos, cuyos nombres he utilizado en el resto de personajes ficticios, de
los cuales destacaría a dos: al “malo de la película”, que me ha permitido
imprimir toques de intriga a la trama; y al hortelano, un personaje entrañable,
capaz de despertar en el lector sentimientos de ternura y de descubrirle con
total sencillez e inocencia la relevancia de entender y cuidar la vida, igual
que él cuida de la centenaria higuera que hay en el huerto del monasterio, pues
lejos de parecer lo contrario, acabará dando fruto.
¿CÓMO
SE ELIGIÓ EL TÍTULO?
¿QUÉ
TE HA APORTADO A TI MARÍA EVANGELISTA? ¿POR QUÉ CREES QUE ES IMPORTANTE CONOCER
A MME?
Lo
primero que me llamó la atención de forma instantánea fue descubrir que María
Evangelista desprende en sus diálogos con Dios una espontaneidad y confianza en
Él como la que tiene un niño con su padre, y en ese ambiente de familiaridad e
intimidad siempre finaliza su conversación pidiéndole a Dios que saque a muchas
almas del purgatorio. Él, Dios omnipotente, da cumplimiento a su deseo con
creces. Esto lo he vivido como un convencimiento de lo esencial que es pedir a
Dios por los difuntos, de que sigue existiendo una relación con ellos; de que
si bien es cierto que la historia de amor y salvación entre Dios y cada uno de
nosotros es individual -que no
individualista-, no
es menos cierto que todos formamos una unidad y que por tanto nos necesitamos
para seguir y terminar de «cocinar el cielo», y llegar a disfrutar del banquete
celestial.